En estos días hemos conocido una noticia que nos ha sorprendido, más que nada por la sencillez del fraude y por lo que se ha tardado en reconocer el mismo, y no ha sido sino tras la denuncia de una de las víctimas cuando se ha comenzado la investigación.
Se trata de un vecino de Gijón que se dedicaba a robar correspondencia con datos personales para después solicitar préstamos personales y realizar cargos con la tarjeta de crédito de las personas a las que le robaba las cartas del buzón.
Su modus operandi era sencillo. Acudía a barrios de clase media-alta, con personas de altos ingresos, y allí robaba la correspondencia. Después solicitaba préstamos personales a través de Internet, sin importarle, claro está, los altos intereses que le cobraban, y así recibía el dinero y el pago se lo reclamaban a las víctimas.
Es un plan tan sencillo que da miedo, porque da la impresión de que estamos todos en peligro. En cuanto a los datos de contacto, siempre daba direcciones donde sabía que no vivía nadie, para que la correspondencia no llegara a ningún lado, y en cuanto a los números de teléfono facilitaba los de organismos oficiales.
Así, pedía cantidades pequeñas, entorno a los 6.000 euros, y en cuanto los recibía se los gastaba, sabedor de que tendría que devolverlos si le pillaban con ellos encima. De todas formas, en el momento de la detención la policía le encontró 8.000 euros en metálico, seguramente de su último fraude.
Este caso nos demuestra lo importante que es el proteger nuestros datos personales y el vigilar bien la correspondencia, asegurándonos de que no nos falta de nada, para evitar que se puedan producir casos como el de Gijón.
De todas formas, es de esperar que ahora la justicia imponga una sanción importante a este hombre, para evitar que otros caigan en la tentación de hacer lo mismo.
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