El principal producto financiero sobre el que había hecho mella la crisis había sido precisamente los préstamos personales, los cuáles, a pesar de ser de menor cuantía que los hipotecarios, arrastran una mayor morosidad y, por tanto, un riesgo más evidente para las entidades financieras, que, en cuanto tuvieron la menor duda sobre sus beneficios restringieron esta partida.
El Gobierno ha tardado en reaccionar, pero parece que, por fin, va a tomar cartas en el asunto y ha puesto sobre la mesa 200 millones de euros para préstamos personales y a empresas, a través de las líneas de financiación ICO que serán gestionadas por las entidades bancarias habituales.
De esta forma no es la propia entidad financiera la que presta, sino el gobierno, con lo que el banco o caja no debe de temer por el riesgo subyacente del préstamo personal, ya que, en última instancia, el que perdería sería el propio ejecutivo central.
Ahora habrá que ver como funciona este Plan Avanza 2, que es como se ha llamado esta iniciativa. Se presentó en Consejo de Ministros este pasado viernes, día 5 de noviembre, y en teoría debería de funcionar de manera correcta, ya que persigue resolver el mayor problema de nuestra economía, como era la ausencia de liquidez, que bien se puede resolver a través de préstamos personales más accesibles.
La pelota está ahora en el tejado de los ciudadanos que tendrán que decidir si se encuentran con la suficiente estabilidad como para pedir un préstamo personal que luego, evidentemente, tendrán que devolver. Para ello, la estabilidad laboral es fundamental, ya que en un entorno de falta de seguridad laboral ningún ciudadano se atreverá a endeudarse más de lo que ya esté.
Por ello, este Plan Avanza 2 actúa por una parte del problema, la falta de liquidez que concedían las entidades financieras, pero ahora debe de actuar en la otra pata del problema, como es la falta de estabilidad en el mercado laboral. Porque de poco sirve que haya dinero para prestar si no hay ningún ciudadano dispuesto a solicitar un préstamo por temor a no poder devolverlo.
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