El préstamo al consumo, principal elemento de dinamismo de la economía española, ha retrocedido en este primer trimestre de 2011 en un 5,76%, con respecto al primer trimestre de 2010, lo que supone un varapalo para las cifras más optimistas que hablaban de una recuperación económica en ciernes.
Y es que el gran consumo necesita de la financiación adecuada para hacer frente a compras de envergadura, más allá del consumo del día a día. Un consumo que tira de la oferta de producción, y, por tanto, genera más empleo en todos los sectores de la economía.
Este dato del primer trimestre de 2011, ofrecido por la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (ASNEF), establece un volumen total de préstamos al consumo de 760.800.000 millones de euros, una cifra importante, pero menor que el año anterior.
El desglose de este volumen de créditos al consumo se dividió de la siguiente forma: 223.600.000 para financiación de vehículos (con un descenso interanual del 5,6%) y 537.200.000 para préstamos al consumo, propiamente dichos, (con un descenso interanual del 5,8%).
Esta caída del crédito al consumo se une al parón casi generalizado del préstamo hipotecario, lo que está provocando un colapso casi total de la actividad económica, ya que, por un lado, las empresas no producen, al no haber demanda para sus productos, y por otro lado, los promotores no inician proyectos al no disponer de préstamos con los que empezar a trabajar.
Se trata de un problema evidente de las entidades financieras, aunque parte de responsabilidad recae sin duda, en las propias empresas y consumidores, ya que no podemos olvidar que el principal negocio de las entidades financieras es la concesión de préstamos, por lo que el hecho de que no lo estén haciendo pone de manifiesto dos cosas. Una, que sus balances están demasiado apalancados como para permitirse una operación de liquidez como es la concesión de un préstamo.
Y, otra, que la elevada mora, tanto de empresas como de consumidores, provoca una situación de miedo en las entidades financieras, que se temen los impagos, la gran lacra del sistema financiero, en cualquier momento, pero más en una situación de crisis financiera como la actual.
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