Según un estudio presentado por la Asociación Europea de Marketing Financiero en colaboración con FICO, empresa de gestión de decisiones, y basado en entrevistas a un elevado número de directores financieros, la morosidad en 2011 seguirá creciendo sin que esté claro el límite de ese crecimiento.
Así, si en estos momentos nos encontramos en un porcentaje que supera el 2.5%, la morosidad en 2011 puede llegar a acercarse, e incluso superar, el 3%, lo cuál supondrá un grave problema para las entidades financieras que tendrán que seguir haciendo malabarismos para poder cuadrar sus cuentas.
Y es que al contrario de lo que mucha gente podría pensar, este año empezaremos a sufrir las verdaderas consecuencias de la crisis, por lo que la morosidad en 2011 se disparará al abrigo de las dificultades económicas de los ciudadanos, que hasta ahora estaban protegidos por las prestaciones sociales, pero que poco a poco se van quedando sin ellas.
Ello provocará que los pagos a las entidades financieras se postpongan en la pirámide de prioridades familiares, con lo que la morosidad en 2011 crecerá por encima de los valores que ha venido aportando en los últimos meses de 2010, amenazando al sistema financiero.
Por ello, las entidades financieras, conocedoras de este peligro que les acecha, se ha puesto manos a la obra y ha congelado de manera casi absoluta todos los préstamos personales, ofreciéndolos sólo a aquellas personas o empresas de evidente solvencia y seguridad de devolución absoluta.
Y es que la morosidad en 2011 puede provocar que los indicios de recuperación que se empiezan a ver a nivel macroeconómico en nuestro país se vengan abajo o se ralenticen por un tiempo indeterminado a la espera de que lleguen tiempos mejores.
En cualquier caso, todo hace prever que en 2012 la cosa debe de ir a mejor, y todos los parámetros financieros, incluida la morosidad, tenderán a mejorar aprovechándose de la recuperación económica que se empezará a ver y a notar claramente para entonces.
Por tanto, la morosidad en 2011 nos obligará a apretarnos, aún más, el cinturón, a la espera de que lleguen tiempos mejores, que llegarán, instante en el que podremos comenzar a aprovecharnos del crecimiento económico.
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