Según los datos hecho públicos por el Banco de España relativos a la situación financiera de nuestra economía, el patrimonio financiero de las familias españolas, es decir, el dinero depositado en activos de ese tipo, aumentó un 4,8% en el primer trimestre de 2011, en relación al mismo período de 2010.
El patrimonio financiero, desde un punto de vista económico y estadístico, es la diferencia entre los activos financieros de los que dispone una familia (dinero líquido, acciones bursátiles, depósitos bancarios, fondos de inversión, etc.) y los préstamos (personales, hipotecarios, …) a los que está obligada.
En valores absolutos, el patrimonio financiero de las familias españolas se situó en los 844.344 millones de euros, con un incremento interanual de 39.027 millones de euros, es decir, un 4,85% con respecto al primer trimestre de 2010, lo que denota una mejoría en el estado financiero de las familias.
Este incremento se debe, por un lado, a la reducción de préstamos de todo tipo que se viene dando en nuestra economía, tanto por la contracción de la oferta por parte de las entidades financieras, como por la de demanda, por parte de las familias que no confían en su situación económica para un futuro a corto-medio plazo, y, por otro lado, a un incremento en el dinero guardado en los depósitos bancarios como consecuencia de la guerra del pasivo.
Así, comprobamos como los activos financieros de las familias españolas estaba en 1,789 billones de euros, a finales de marzo de 2011, lo que supone un incremento importante con respecto a los 1,751 billones de euros de marzo de 2010. De la misma forma, la deuda de los hogares españoles se situó en los 945.573 millones de euros, lo que supone un 0,08% menos que hace un año.
Eso sí, no se puede perder de vista el hecho de que el endeudamiento privado de la economía española sigue en niveles demasiado elevados, con un 90% sobre el PIB. Este endeudamiento es una de las claves para explicar la incapacidad de nuestra economía para iniciar la senda de la recuperación de una manera sólida y consistente, ya que no existe la flexibilidad financiera necesaria para ello, lo que sirve de lastre para los nuevos proyectos.
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