Según hemos conocido en el último informe de las entidades bancarias, las tarjetas de crédito, al igual que las de débito, se han encarecido en un 3% y un 3.3%, respectivamente, lo que responde a la política de recargo de comisiones de las entidades financieras, con el objetivo de obtener mayores ingresos.
Y es que con este encarecimiento, la cuota media de una tarjeta de crédito se sitúa entorno a 35 euros anuales, mientras que la cuota de una tarjeta de débito supera en algo los 17 euros de media, una subida que para una sola persona puede no significar mucho, pero que sí es importante para el volumen con el que trabaja una entidad financiera.
Atrás quedaron ya los años en los que las tarjetas de crédito se regalaban a cualquier persona que las solicitara, porque durante la época más boyante de la burbuja inmobiliaria todo valía, y todo el mundo tenía dinero como para poder pagar las cuotas, el problema vino cuando la burbuja estalló.
Ahora la obtención de una tarjeta de crédito es una cuestión compleja, ya que las entidades financieras se cuidan mucho de dársela a cualquiera, debido a que se trata de un préstamo personal al consumo inmediato que el consumidor puede utilizar en cualquier momento.
Sin embargo, para que la economía pueda comenzar a recuperarse en el futuro la recuperación de las tarjetas de crédito será esencial, ya que la financiación de las compras es una cuestión básica en la economía de consumo en la que vivimos en Occidente.
Ello nos lleva, inequívocamente, al mismo concepto que se ha venido debatiendo durante toda la crisis, como es la necesidad imperiosa de que las entidades de crédito comiencen a financiar a la economía, y la concesión de tarjetas de crédito económicas parece ser uno de los primeros pasos que se tienen que dar.
En cualquier caso, y desde el punto de vista del consumidor, las tarjetas de crédito son un peligro evidente ya que suponen una tentación para el consumo, un consumo que se disfruta sin percibir las consecuencias financieras del mismo hasta final de mes, con el peligro que ello conlleva.
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