En un escenario de bloqueo casi absoluto de la concesión de préstamos personales, las entidades financieras están intentando buscar alternativas para obtener beneficios a partir de los intereses que cobran a sus clientes, y están fortaleciendo la estrategia de concesión de las tarjetas revolving, bajo el convencimiento de que así conseguirán ganar lo que no obtienen a través de la financiación tradicional.
Sin embargo, las tarjetas revolving, o tarjeta de abono aplazado, son realmente peligrosas para los consumidores que muchas veces las utilizan sin saber exactamente las consecuencias de sus actos, con lo que acaban quedando presos de una vorágine financiera de la que ya no pueden escapar.
Diferentes asociaciones de consumidores llevan un tiempo denunciando que las entidades financieras están lanzando campañas de fidelización a través de estas tarjetas revolving, ofreciéndoselas a sus clientes más solventes con un crédito incluido de hasta 30.000 euros.
Es decir, que el cliente que cuenta con una tarjeta de crédito revolving tiene la posibilidad de gastar hasta 30.000 euros sin ninguna explicación ni tener que realizar ningún trámite burocrático, lo cuál es una tentación demasiado fuerte como para dejarla escapar en un momento de apuro.
El problema aparece cuando llegan las primeras cuotas de la tarjeta revolving, y se comprueba que el tipo de interés aplicado llega muchas veces hasta el 20%, muy por encima del tipo que se aplica en cualquier préstamo personal y, por supuesto, en cualquier préstamo hipotecario.
De esta manera, las entidades financieras consiguen recuperar parte de los ingresos que no obtienen por otro lugar, a la vez que los consumidores consiguen la financiación inmediata para sus compras, aunque sin saber que como compensación por ello están pagando una cantidad excesiva de dinero a modo de devolución.
Es importante que, como consumidores, analicemos con detenimiento todos los contratos que firmamos y todas las ofertas que aceptamos, para evitar que luego los pagos nos pillen por sorpresa en el último momento. De esta manera, lo ideal es evitar caer en la tentación del dinero fácil y apostar por los préstamos tradicionales, si es que son necesarios, ya que nos acabará saliendo mucho más económico.
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