Con el recrudecimiento permanente de la crisis, con una situación en la que parece que mañana siempre es peor que ayer, la inestabilidad se ha instalado en la vida de los ciudadanos españoles que no saben a que atenerse en el futuro cercano, por lo que se están decantando por productos financieros que les otorguen cierta tranquilidad y seguridad en sus días próximos, destacando que en los últimos meses se viene apreciando un menor uso de las tarjetas de crédito en favor de los préstamos personales.
Aunque en líneas generales el volumen de préstamos personales concedidos es menor, en parte por la negativa de las entidades financieras a concederlos, lo cierto es que se viene apreciando cierto incremento en los últimos meses, a pesar del encarecimiento de los mismos, y un decrecimiento del uso de las tarjetas de crédito.
Porque las tarjetas de crédito llevan implícito un aspecto de incertidumbre que no es apropiado para los tiempos que corren, mientras que los préstamos personales son la certeza de los productos financieros. Con una tarjeta de crédito no se tiene el control absoluto, mientras que con un préstamo personal sí.
Con un préstamo personal se sabe con exactitud el plazo de amortización y la cuota que se va a ir pagando mes a mes, porque el dinero que se solicitó es inamovible. Sin embargo, con una tarjeta de crédito la situación no es tan clara, ya que los gastos de consumo se pueden disparar y mantenerse vivos durante un tiempo, creciendo la cuota que se ha de pagar al final.
Por ello, los préstamos personales están ganando terreno a las tarjetas, en claro desuso en estos momentos. Por otro lado, también están ganando peso las tarjetas de débito, gracias a su inmediatez y a que los gastos generados aparecen directamente cargados en cuenta, facilitando así el control del gasto.
En definitiva, seguimos en un tiempo de incertidumbre en el que nadie sabe a ciencia cierta lo que nos deparará el futuro, y ello nos está llevando a ajustar nuestras formas de consumo, de ahorro y, sobre todo, de endeudamiento, mucho más limitado ahora que antes de que estallara la crisis.
Es que si los intereses que se cobran por algunos préstamos personales son abusivos en el caso de los que se cobran por deudas en la tarjeta de crédito ya son directamente delictivos, no me extraña en absoluto esta tendencia.