Cuando se habla del concepto de préstamos personales, se suele pensar en los concedidos por empresas de intermediación financiera, pero la realidad es que si se quiere obtener unas condiciones ventajosas y con una mayor transparencia, es mejor recurrir a préstamos personales en bancos.
Porque los préstamos ofrecidos por entidades bancarias están regulados por el Banco de España, y por tanto destacan por su gran transparencia con respecto a los préstamos personales en entidades financieras fuera del curso regular del control financiero del país.
Debido a esta regulación, los préstamos personales que pedimos en un banco suelen exigir unos requisitos más estrictos para su concesión, con lo que no todo el mundo puede acceder a su obtención, lo que deriva el mercado hacia las entidades financieras no reguladas por el Banco de España.
Sin embargo, estas mayores restricciones permiten que ofrezcan unas condiciones más ventajosas en términos de tipo de interés y en las características de la devolución de los mismos, alejados de ciertas prácticas de usura que se pueden encontrar en las otras entidades.
En cualquier caso, y como con cualquier otro contrato financiero, antes de firmar cualquier opción de préstamo personal en un banco es necesario leer detenidamente todo el articulado que lo conforma para evitar así posibles problemas posteriores a la hora de la devolución del préstamo.
Lo que es evidente es que a la hora de decantarse por una opción u otra, siempre es aconsejable recurrir a los préstamos personales en bancos, y sólo utilizar los préstamos personales fuera del sector tradicional para casos de extrema necesidad, por una situación financiera precaria.
Aunque en ese caso, por la propia precariedad de la situación financiera personal, no es aconsejable el recurrir a un mayor endeudamiento que lo único que puede hacer es empeorar la situación en la que ya se encuentra el titular, debido al incremento de intereses que tendría que pagar por su deuda.
En definitiva, los préstamos personales sólo deben de ser tomados por aquellas personas que realmente los pueden pagar, y nunca para hacer frente a otras deudas anteriores, y, en todo caso, hay que decantarse por acudir a entidades bancarias que presenten garantías.
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